8 de marzo de 2013

"Las buenas chicas no leen novelas", de Francesca Serra


La editorial Península ha publicado Las buenas chicas no leen novelas, de Francesca Serra, un libro para leer con los ojos bien abiertos. Hoy, 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora, queremos proponeros la lectura de este gran libro. Porque todavía hay mucho por hacer y construir, por ello, y en palabras del editor de Península, Manuel Fernández-Cuesta, «reivindiquemos este día con intención transformadora y una mirada polémica, ácida pero necesaria sobre la mujer, la lectura y la industria editorial». Puedes leer el primer capítulo de este título, haciendo clic aquí.

 
 



Sobre el libro
Dentro de la sociología de la lectura, este libro aporta la categoría de la pornolectora. Lejos de las sombras y la lencería todoacien, del consumo inmediato y la satisfacción instantánea, Francesca Serra propone ser conscientes de qué leen las mujeres y por qué. Sabemos que, a lo largo de la historia, se han incorporado tarde a la lectura. ¿Está la relación entre lectoras y libros viciada por la dominación masculina? «La pornolectora nace cuando el libro se convierte en mercancía», sostiene la autora. En esta era de mercantilización de la cultura y expansión del entretenimiento, estamos ante un libro que denuncia la alegoría del consumo, sin negar que existan Lectoras de verdad y que su número haya aumentado en los últimos tres siglos.
«El libro habla de cómo han visto los hombres a las mujeres en relación a los libros, de cómo se construye una imagen femenina en relación a la lectura. Habla de cómo la relación entre las mujeres y los libros, que era un supuesto espacio de libertad, de emancipación, es en realidad un espacio de construcción ideológica masculina. Realmente no es que hubiera una relación negativa de las mujeres con la lectura, sino que se ha construido esa imagen negativa, que continúa a lo largo de los siglos. Cuando arranca el libro diciendo todas somos pornolectoras estoy queriendo decir que nos han construido esa imagen de pornolectoras».
«Los intelectuales utilizaron al público femenino como chivo expiatorio, haciéndole culpable de la decadencia de la literatura. Madame Bovary refleja esto, la degradación cultural de su época. Bovary es una lectora de mala literatura, también es adúltera, con lo cual es una figura muy sexualizada, y además es una gran consumidora. Flaubert elige una figura femenina para plasmar los males que aquejan a su tiempo».
«La entrada de la mujer en el mercado de trabajo no ha cambiado la idea de la lectora de bajo consumo, ni siquiera la entrada de las mujeres en la industria editorial. Me parece que el sistema literario es muy estable, lleva mucho tiempo siendo muy estable. La mujer cuando entra en ese sistema tiende a reproducir el comportamiento masculino».
 Francesca Serra
(Fuente: Editorial)

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