28 de enero de 2011

LA FOTO DE LA SEMANA: África. Una cuestión de perspectiva y autonomía


¿Existirá realmente la percepción objetiva de algo? ¿La percepción objetiva de una cultura, de un país, de un continente?

Sabemos que no, y aún menos para un continente como África.


Lo que sabemos del continente africano proviene a menudo de periódicos que siguen la misma línea de actualidad: una imagen más que negativa de África, reproduciendo estereotipos un tanto exagerados desde hace décadas. Que sean los recurrentes temas sensacionalistas o el paternalismo de querer “curar” el continente de sus males como mesías, nos enfrentamos a diario a una representación distorsionada de las realidades africanas que no sólo tiene repercusiones sobre el tema de la propia imagen del continente, pero también sobre los esfuerzos de desarrollo, la cultura, la política y la economía.

En general, los medios africanos tienen poca visibilidad, poca difusión dentro y fuera de su continente. La fotografía africana sufrió la misma ignorancia de parte de los medios y galerías occidentales, la fotografía artística como el fotoperiodismo.

¿El continente ciego?

La fotografía en África cuenta con una historia tan larga como diversificada: de los retratistas de estudio como los malienses Seydou Keïta (1920-2001) o Félix Diallo (1931-1997), la fotografía callejera y militante anti-apartheid de Santu Mofokeng (1956), hasta el fotoperiodismo de Mohamed Amin (1943-1996) en Kenya o Ricardo Rangel (1924-2009) en Mozambique, la fotografía más conceptual del nigeriano Rotimi Fani-Koyade (1955-1989). Eso para los más conocidos, la lista es larga. Muy larga.

Como bien afirma Erika Nimis en su ensayo Où va la photographie africaine? (¿A dónde va la fotografía africana?), África fue, para muchos, “el continente ciego”, hasta los 80 y el nacimiento de un creciente interés por parte de las galerías y del mercado del arte. Por un lado, este interés permitió dar a conocer la fotografía africana fuera de los límites del continente. Por otro lado, el mercado del arte se ha centrado en muy pocos tipos de fotografía: la fotografía retratista de Mali de los sesenta y la fotografía de denuncia anti-apartheid, dejando de lado todas las otras corrientes e ideas del continente, ideas de hoy en día.

Independencia.

Obviamente, es fundamental apoyar y divulgar ciertas corrientes mayores, pero darles la sola y única exclusividad provoca un estancamiento de la creación y acostumbra al público a ver siempre el mismo tipo de fotografía, apartando a los artistas con ideas nuevas de los círculos de visibilidad. Imitar y reproducir para darse a conocer en Occidente, acabar exponiendo en una moderna galería occidental o en tendencias de moda, fenómeno que denunció Jean-Loup Amselle en su brillante ensayo l’Art de la friche.

Erika Nimis nos plantea la cuestión de saber hasta cuándo y cómo “se puede escribir una historia que concilia dos fotografías: la primera, respondiendo a los criterios de exportación, y la segunda, ocultada, porque en disconformidad con los discursos occidentales sobre África.”

Esta constatación ha llevado a algunos organismos africanos y extranjeros a crear sus propios eventos (aunque sea a veces con subvenciones de países occidentales), proponiendo más alternativas artísticas y divulgando una variedad más grande de fotografía, algo aprovechable al nivel económico. Les Rencontres Africaines de la Photographie (Encuentros Africanos de la Fotografía) en Bamako, Mali, por ejemplo, intentan dar una visibilidad a las fotografías al nivel internacional pero sobre todo al nivel local, organizando proyecciones y talleres en un “estudio digital ambulante” en barrios de Benín, Níger, Burkina Faso y Mali.


Este trabajo al nivel local es primordial, porque esta invisibilidad afecta ante todo a los propios africanos. Entre un negocio de la fotografía africana respondiendo a los criterios de los mercados del arte occidental que provocan representaciones erróneas y estereotipadas, y las dificultades a las que se enfrentan los fotógrafos, tanto a nivel material como a nivel creativo, varios proyectos han decidido apostar por la independencia.

El proyecto Afriphoto, por ejemplo, propone un espacio libre de visibilidad y expresión, ayuda a los fotógrafos a enfrentarse a los problemas materiales, a crear sus propios eventos y elaborar sus proyectos en el terreno. Tomando en cuenta las numerosas diferencias culturales entre los diversos países y etnias de África, enfocan su trabajo sobre la creación de una red profesional a través de la web, plataforma rica en contenidos, publicaciones, entrevistas y fotografías.

La idea sería tanto de devolver su voz a África como dejar esta red establecerse y gestionarse, creando sus propios criterios, sus propios círculos y mercados sin el control de occidente. Más autonomía informativa y creativa para el continente africano y una representación más autentica y real, menos paternalista y folklórica para el público occidental.

Una situación más justa, más honesta en la que todos ganaremos. Y para concluir, como bien decía un amigo de Burkina Faso, en una frase que lo resume todo, “Yo no quiero ir a Europa, quiero que Europa venga a mí por lo que soy”.

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