En el capítulo anterior...
Hace un tiempo (por decirlo así, de una manera indefinida) volvimos a visitar a un amigo en su lugar de trabajo... Aquel día vivimos una intensa tarde; una intensa tarde de radio. Porque de radio estamos hablando, claro... Nosotros, lejos de nuestro hábitat natural; él, cumpliendo con el guión; con sus discos y tan grande como de costumbre.
Su estación sonora se convirtió en un estudio caliente en el que sonaron estilos bien distintos que nos dejaron boquiabiertos, pero de eso... ya os hablamos en alguna ocasión, hace un tiempo.
Podríamos haber titulado esta entrada así: "estudio caliente"; o incluso "un programa caliente". Y probablemente las visitas a nuestro blog se habrían disparado (he aquí un truco fácil por si alguien quiere intentarlo...). Pero al final decidimos que mejor no lo haríamos, para no defraudar a quienes llegaran a nosotros esperando encontrar otro contenido, y la emprendiera a golpes al ver que esto va de otro rollo.
Porque la cuestión es que hacía un tiempo que nuestro programa no se convertía en eso, en un estudio caliente; un estudio en el que sonaran dos propuestas musicales diferentes el mismo día. Y lo cierto es que ya nos apetecía.
Por eso, el pasado fin de semana quisimos invertir algunas historias... y nos la jugamos no a una, sino a dos cartas... Y así acabamos el mes de febrero, haciendo la compra del mes, y disfrutando de una sesión doble, con la que, musicalmente, cruzamos este país (y que, además, vino con feliz anécdota de recién nacidos).
Y es que en este mundo cambiante, qué mejor que cada cual se (re)defina como quiera... o como pueda... Nosotros lo hacemos de este modo, que ahora tú puedes escuchar (y si te gusta, atrévete a dejarnos un comentario).
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